martes, 25 de noviembre de 2014

La importancia de crear rutinas para los niños

Con el paso del tiempo, los tres primeros meses, para ser más puntuales, todo comienza a verse más claro en la relación entre el recién nacido y sus padres, se va ganando un orden que al principio parecía perdido. En esta regulación es necesario empezar a incluir rutinas y pausas de crianza que son fundamentales porque garantizan, en gran medida, la armonía, el equilibrio y la disciplina en la cotidianidad del hogar.

Según asegura Beatriz Collantes, psicóloga de Ciepse EE.UU. (Centro de Investigación y Evaluación Psicológica Educativa), las rutinas hacen parte de un principio de organización mental de esquemas que permiten que el niño entienda y aprenda que existe un momento y un espacio para cumplir determinada conducta, como por ejemplo comer, dormir, bañarse o lavarse los dientes.


Es en los primeros años de vida donde se tiene mayor receptividad y se da un aprendizaje duradero, por esto la importancia de enseñarles a través de actos repetitivos y constantes. “Mediante las rutinas interiorizan tareas elementales y también complejas. Aprenden a guardar sus juguetes después de haberse divertido con ellos, a tocar instrumentos, a practicar deportes e incluso a predecir lo que va a suceder luego de determinada situación, es decir, a relacionar una acción con su consecuencia”, dice María Martínez, psicóloga clínica.

En otras palabras, las rutinas son una forma de enseñarle a un niño, joven y más adelante adulto, cuáles son sus derechos y sus deberes, a respetar los límites, a contar con la seguridad necesaria para obtener de manera responsable lo que desea, a ser disciplinado, organizado y a vivir sanamente en una sociedad.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que todas las personas tienen unos rasgos temperamentales que los identifican y que reflejan la forma en la que pueden llegar a reaccionar con respecto a una situación determinada. Dicho lo anterior, es importante que los padres identifiquen cuál es el tipo de carácter de sus hijos y cuál será entonces la mejor manera de aplicar dichas rutinas y pautas educativas. “A algunos les parece divertido lo que han hecho por lo que disfrutan poniéndolo en práctica y logran aprenderlo más rápido. Otros, en cambio, rechazan de inmediato la actividad porque no se sienten cómodos con esta y, por lo tanto, necesitarán de más paciencia, constancia y persistencia para lograr que la asimilen y la lleven a cabo de forma automática”, comenta María Fernanda Hurtado, psicóloga y directora de vivirlafamilia.com.

Lo importante, sea cual sea el caso, es hacer de todas las rutinas (de alimentación, descanso, higiene, juego y tareas propias de la vida escolar) rituales amorosos y divertidos y no obligaciones impuestas. Todas necesitan ser ejemplares y coherentes, todas deben llevarse a cabo con la misma constancia e intensidad para que puedan ser interiorizadas exitosamente.

Rutinas de oro


Alimentación:

Esta rutina, generalmente, inicia cuando el bebé empieza a descubrir nuevos sabores y consistencias. Aunque para algunos esta etapa resulta sencilla y divertida, para otros es bastante compleja y molesta, por lo que, en primera instancia, los padres deberán tener mucha paciencia y dedicación para lograr que esta actividad se convierta en algo placentero.

“No es conveniente hacer de la hora de la comida una batalla, es necesario darles tiempo para que se habitúen, comprender sus respuestas de saciedad, gusto o disgusto; ser constantes con las horas y el lugar en el que se come, explicarles por qué se deben alimentar, y ser creativos para estimular su apetito, por ejemplo, sirviendo los alimentos en tazones de colores o haciendo divertidas figuras con ellos al momento de ponerlos en el plato”, argumenta la psicóloga Viviana Obando.


No cometa estos errores


Evite utilizar espacios distintos al comedor para que el niño realice esta actividad. Él debe asociar este lugar con alimentación.


No lo entretenga con juguetes, objetos o el televisor. Él debe ser consciente de la acción que está realizando.

No use la comida como calmante o entretención.

No la use tampoco como premio o castigo.

No varíe las horas en las que le da de comer. Trate de ser constante en los tiempos. La doctora Hurtado recalca que “el horario de las comidas es de vital importancia, porque organiza los procesos biológicos en todo lo relacionado con el sistema gastrointestinal y nutricional, esto sin contar con los positivos aportes que se dan sobre el vínculo familiar cuando todos los miembros del hogar se disponen a compartir este momento”.

Descanso:

Descansar es vital a nivel cognitivo. El número de horas de sueño está directamente relacionado con el desempeño académico, la capacidad de concentración y de resolución de problemas, entre otras cosas.

¿Cómo lograr que duerman el tiempo suficiente?

El pequeño debe aprender a reconocer que su cuna o cama es sinónimo de reposo. Para lograrlo, asegura la especialista Collantes, es necesario hacer de este momento un ritual especial. “La noche debe convertirse en señal de descanso, por lo que el ritmo de la vida, a esa hora, debe ser más pausado, el tono de la voz más bajo y las luces de la casa más escasas. Luego, un baño de agua tibia, por ejemplo, podría resultar muy relajante; después un masaje con aceite; ropa cómoda; un mimo de ‘buenas noches’ y la arrulladora voz de mamá o papá susurrando una melodía de cuna o quizá algún relato llevarán al infante a dormir plácidamente”.

No cometa estos errores


Evite acostarlo en lugares diferentes a su cuna o cama. Él debe familiarizarse con estos para lograr dormir tranquilamente.

No lo duerma mientras realiza otras actividades, no encienda el televisor para ‘arrullarlo’, dedíquese a brindarle un ambiente apto para conciliar el sueño y establézcalo como un rito.
Sea constante con los horarios destinados para realizar esta actividad.
Si luego de haberse dormido se despierta, acompáñelo sin sacarlo de su cuna o cama y por ningún motivo lo lleve a su habitación. 

Higiene y orden:

Los hábitos de aseo garantizan la salud de los seres humanos, mejoran la apariencia personal y, a su vez, permiten tener una mejor recepción dentro de una comunidad. Es posible que en algunos casos resulten aburridas para el menor, razón por la que será responsabilidad de los padres hacer de ellas actividades divertidas, a continuación le damos algunas ideas:

- Cree una historia o canción relacionada con el tema, en el que un personaje pasa diversas dificultades por no ser aseado y organizado. Descríbale cómo quien, por ejemplo, no se lava los dientes padece terribles dolores en estos por causa de las caries, o cómo alguien pierde su juguete favorito debido al desorden.

- Realice juegos de roles. Convierta a su hijo en un gran estilista y permita que él le lave su pelo y le realice peinados. Otra forma de poner en práctica los buenos hábitos de limpieza es aseando y reinventando por completo un lugar que él o ella habite de manera permanente; también puede realizar un relajante baño de burbujas e indicarle cómo debe bañarse.

- Cada vez que se bañe, lave los dientes, tienda la cama y recoja el desorden, invítelo a participar. A los niños les encanta imitar lo que otros hacen y este tipo de cosas no son la excepción. En general, todas las rutinas necesitan los mismos ingredientes para que sean efectivas: coherencia entre lo que se dice y se hace, ejemplo por parte de los adultos que rodean al infante, paciencia porque cada niño tiene su propio ritmo y, por último, creatividad para lograr que interioricen las acciones sin inconvenientes.


- Cree un cuadro grande y ubíquelo en un lugar visible. Puede hacer uno semanal para no saturarlo con varias acciones. Ejemplo: "La semana de los dientes limpios". Cada vez que él cumpla esta tarea, se pondrá una carita feliz y, además, tendrá una recompensa. De lo contrario, habrá una carita triste, pero no un castigo.

Por Pamela Rueda C. / Especial para 'ABC del Bebé'

jueves, 20 de noviembre de 2014

Quitar el pañal: lo que no funciona

Para que aprender a ir al baño sea un proceso lo más amable posible, tanto para ti como para tu hijo o hija, lee qué es lo que funciona a la hora de quitar el pañal, y también, lo que no funciona:

Empezar demasiado temprano

Aunque no hay una edad mágica en la que los niños están listos para dejar de usar pañales, la mayoría habrá desarrollado las habilidades físicas y cognitivas necesarias entre los 18 y los 24 meses (aunque hay niños que lo harán hasta que tengan casi 3 años de edad, o incluso 4).

Si empiezas antes de que tu hijo esté preparado, alargarás el proceso de aprendizaje.

Observa si tu hijo muestra señales físicas, de comportamiento y cognitivas de que está listo para ir al baño solito y ¡a intentarlo!

Podrías tardarte hasta tres meses en enseñar a tu niño, durante este período es muy importante tener mucha paciencia y apoyarle en sus intentos.

Si después de varias semanas no obtienes buenos resultados, significa que tu hijo en realidad no estaba listo. Espera unas semanas y vuelve a intentarlo.

Empezar en un momento inapropiado

Hay cosas que significan grandes cambios en la vida de tu niño, como la llegada de un hermanito, un cambio de casa o de guardería, o cualquier otro evento que altere la rutina a la cual tu hijo está acostumbrado.

No es buena idea empezar a quitarle el pañal en estas ocasiones, es muy posible que si lo haces, esto provoque alguna regresión en el comportamiento de tu niño.

Lo mejor es esperar a que la situación se haya estabilizado antes de empezar el entrenamiento para quitarle el pañal.


Presionar o insistir demasiado

Si tu hijo se muestra interesado en dejar de usar pañales, excelente; pero no trates de apresurarlo a que lo haga más rápido de lo que puede.

Si lo haces, se puede poner nervioso, y si se pone nervioso puede empezar a retener sus deposiciones, lo cual podría causarle estreñimiento y otros problemas.

Permítele que lo haga a su propio ritmo y que se acostumbre paso a paso a este nuevo y complicado proceso, y verás que avanza de una etapa a la siguiente naturalmente.

Motívalo cariñosamente, recuérdale que use su bañito, puedes leerle cuentos y halagarlo o recompensarlo cuando lo haga bien. Pero si tu hijo se retrae o retrocede, no insistas demasiado.

Seguir el plan de otra persona y no el tuyo

Seguro que ya has oído decir a tu madre, tu suegra y otros familiares de generaciones anteriores que estás esperando demasiado para quitarle el pañal a tu niño; pero aunque cada día que pase insistan más en el asunto, no les hagas caso.

Recuerda que ellas criaron a sus hijos en otra época. No sólo las costumbres y las recomendaciones con relación a la crianza de los niños eran muy diferentes, sino que posiblemente no contaban con la facilidad de los pañales desechables (y si los había, no eran como los de hoy).

Hoy en día se ha comprobado a través de varios estudios que los niños no tienen la capacidad de controlar voluntariamente los músculos de la vejiga y del recto hasta que no tienen por lo menos 18 meses.

O sea que cuando un familiar bien intencionado insista en decirte que le quitó el pañal a su hijo antes de que cumpliera un año, simplemente sonríe y dile que no se preocupe, porque ya lo tienes todo planeado.

Castigar o reprimir al niño

No lograrás nada enojándote con tu niño o castigándolo si no quiere quitarse el pañal, sentarse en su orinal, si se hace pipí encima o si enfrenta cualquier otro contratiempo.

Los obstáculos y las dificultades son algo natural en cualquier aprendizaje, y si te enojas o regañas a tu hijo sólo lograrás que le interese menos el entrenamiento, porque temerá cometer más errores y volver a irritarte.

También podría empezar a retener sus evacuaciones, y esto podría causarle estreñimiento y dolor. Si puedes, procura mantener la calma mientras limpias los inevitables "accidentes" de tu niño y enfrentas cada reto del proceso de aprendizaje.

Y si no puedes, respira hondo, cuenta hasta diez, y vuélvelo a intentar.

Fuente: http://espanol.babycenter.com/a2600307/quitar-el-pa%C3%B1al-lo-que-no-funciona#ixzz3JcwU5Fih

Enseña a tu niño o niña a ir al baño en 11 pasos

Una de las etapas del desarrollo de los niños que los padres suelen esperar con ansiedad es el momento de quitarles el pañal.

Después de haber cambiado cerca de dos mil pañales al año (calcula unos 6 al día), seguramente estás deseando que tu pequeño empiece a ir al baño solito.

Pero pocos padres están preparados para el tiempo que toma en realidad ese proceso.

Algunos niños aprenden en pocos días, pero muchos otros tardan varios meses. En general, cuanto más pequeño es el niño al empezar el entrenamiento, más tarda en aprender.

Será más fácil enseñarle a tu hijo con éxito si conoces los pasos básicos del entrenamiento, y logras transmitírselos con claridad a tu niño.

1. Identifica las señales de que tu niño está listo

Alrededor del año de edad, un niño comienza a identificar que lo que siente son ganas de hacer pipí o popó.

Algunos niños están listos para empezar el proceso de retirada del pañal a los 18 meses de edad, pero hay otros que no demuestran el más mínimo interés hasta que tienen 3 años o más.

En Estados Unidos, la mayoría de los padres empiezan a entrenar a sus hijos cuando tienen alrededor de 2 años y medio, pero en muchos países latinos se solía empezar más temprano, sobre todo en generaciones anteriores, cuando los pañales se tenían que lavar a mano (¡y hasta hervir!) en casa.

O sea que no te sorprendas si tu madre o tu suegra insisten en decirte que les quitaron los pañales a sus hijos antes de que cumplieran un año. Es posible que lo hayan hecho, pero quizás dedicaban una buena parte de su tiempo a limpiar "accidentes".

Lo importante es observar si tu hijo empieza a mostrar ciertas señales de que ya está listo para aprender a ir al baño solito.

Algunas preguntas que puedes hacerte para ver si está listo son:

     ¿obedece instrucciones sencillas?
    ¿camina y se sienta solo?
    ¿trata de imitar a los adultos o hermanitos cuando van al baño?
    ¿puede subirse y bajarse los calzones?


Trata de no meter presión al tema, apresurarlo cuando no está listo aún será contraproducente y frustrante para ti y para él.

Recuerda también que cada niño es diferente y tiene sus propios tiempos, aunque los hijos que vienen después suelen aprender con mayor rapidez que los primogénitos, y los varoncitos suelen tardar más que las niñas.

Piensa también en otros factores aparte del nivel de desarrollo y preparación de tu hijo. Si en este momento tu pequeño está pasando por un gran cambio en su vida, como ir a una nueva escuela o guardería, o la llegada de un hermanito, es muy probable que el proceso de retirada del pañal se vuelva más difícil, y lo ideal sería postergarlo hasta que la situación se estabilice.

Tampoco tiene sentido empezar a enseñar a tu niño en un momento en que tú o quién lo cuida no puede dedicarle el tiempo, la paciencia y el buen humor necesarios. Si hay un nuevo hermanito en casa, o sufres náuseas debido a un nuevo embarazo, este seguramente no es el momento de quitarle el pañal a tu hijo.

Quitar el pañal requiere meses de entrenamiento y reforzamiento diario. Lo mejor es esperar un par de semanas, o meses, hasta que las cosas estén más tranquilas.

Si la presión para enseñarle a ir al baño viene de parte de tu mamá u otro familiar con buenas intenciones, explícales con delicadeza los motivos por los que piensas que ni tú ni tu niño están listos aún, y diles que prefieres esperar para poder hacerlo con tranquilidad.

Igualmente, si estás fuera de tu entorno habitual, de vacaciones o pasando una temporada en casa de un familiar, lo mejor es esperar. Los inevitables accidentes pueden causar tensiones en casa ajena y tu hijo se sentirá menos cómodo que en su propio hogar.

¿Crees que tu hijo está listo para dejar los pañales? ¡Votá ahora!

2. Compra el equipo necesario

Invierte en un buen orinal (bacinica) o en un asiento especial que se acopla al inodoro de tu baño, esto le quita los nervios al niño de enfrentarse con el baño grande, a algunos niños les da miedo caerse dentro o les asusta el ruido al jalar.

Investiga cuál es el mejor orinal para ustedes y pídele a tu pequeño que te acompañe a comprarlo. Cuando lo lleves a casa, escribe en él su nombre y déjalo que lo decore con pegatinas o que juegue con él.

Si tienes un varón busca un orinal sin el asiento que se sube y baja o que traiga una que se pueda quitar.

Aunque ese tipo de asiento ayuda a evitar que al varoncito se le escape algún chorrito fuera del orinal, tienen el inconveniente de que los niños a menudo se golpean o arañan el pene al sentarse y levantarse, lo cual puede quitarles las ganas de usar el orinal.

Si compras un asiento adaptador para el inodoro, revisa que sea cómodo y seguro y compra también un banquito para que tu niño pueda apoyar los pies y subir y bajar del inodoro con facilidad. También le ayudará a tener firmeza y estabilidad, y a pujar al evacuar.

3. Crea una rutina para tu niño

Para empezar, haz que tu niño se siente completamente vestido en su orinal una vez al día, después de desayunar, antes de bañarse o cuando normalmente suele hacer popó o pipí.

Así se irá acostumbrando al orinal y empezará a aceptarlo como parte de su rutina diaria.

Pon el orinal en un lugar accesible y conveniente. Como es portátil, puedes llevarlo al jardín o al cuarto donde suele jugar el niño.

Si no se quiere sentar, no te preocupes. No debes forzarlo, ni obligarle a permanecer sentado.

 Y, sobre todo, no insistas demasiado si lo notas aprensivo. Si esto ocurre, lo mejor es guardar su orinal o por lo menos dejarlo a un lado por algunas semanas o un mes, y luego volver a intentarlo.

4. Dile adiós al pañal

Una vez que tu niño ya esté plenamente acostumbrado a sentarse vestido en su orinal, el siguiente paso es lograr que lo haga sin el pañal.

Esta es la etapa en que empezarás a explicarle que así lo hacen mami y papi (y los hermanitos que tenga) todos los días. O sea, explícale que cuando ya eres mayor te quitas la ropa antes de hacer pipí o popó.

Si el niño hace algo en el orinal, muy bien, pero no se lo exijas ni insistas demasiado. Recuerda que es importante esperar a que tu niño muestre señales de que está interesado en ir al baño solito.

5. Muéstrale cómo se hace

Los niños aprenden imitando a los adultos, por lo tanto la manera más natural de que aprendan a usar el inodoro es viéndote hacerlo.

Si tienes un varoncito, es más fácil que empiece a hacer pipí sentadito, y que más adelante papá o un hermano mayor le enseñe a hacer pipí de pie. Seguro que no tardará nada en imitarlo.

Cuando le estés mostrando a tu niño o niña cómo se usa el inodoro, es bueno que le vayas explicando lo que estás haciendo, le enseñes lo que has "producido", y le muestres que al final te limpias, te vistes, tiras de la cadena y te lavas las manos.

Aunque tendrás que ayudarlo a bajarse, subirse la ropa y limpiarse por algún tiempo, verte haciéndolo lo ayudará a entender el proceso.

Si tienes una niña asegúrate de que se limpie de adelante hacia atrás, especialmente después de hacer popó, para reducir el riesgo de infecciones urinarias.

Si hay un hermanito o hermanita mayor que ya sabe usar el baño, él o ella también le pueden hacer una demostración al pequeño. Los niños ponen mucha atención cuando los "maestros" tienen casi la misma edad que ellos.

6. Explícale el proceso

Enséñale a tu hijo la conexión entre el popó y el inodoro. La próxima vez que ensucie el pañal, llévalo a su orinal, siéntalo y luego vacía el pañal en su orinal por debajo de él. Esto le ayudará a asociar el acto de sentarse en el orinal y hacer popó.

Vacía el contenido de su orinal en el inodoro y permítele que tire de la cadena si quiere (pero no insistas si notas que le da miedo), para que vea adónde va su caquita. Enséñale a vestirse y lavarse las manos al final.

Mira qué hacer cuándo los niños no quieren lavarse las manos.

También puedes comprar o pedir prestado en la biblioteca algún libro o video sobre ir al baño, que le ayude a entender y asimilar todo el proceso. Déjalo en el baño para que pueda verlo cuando se siente en el orinal.

7. Motívalo a ser independiente

Motiva a tu niño a usar su orinal siempre que tenga ganas de hacerlo. Si necesita ayuda para subir y bajar sus pantalones o ropa interior, asegúrate que sepa que te lo puede pedir a ti, y que tú lo llevarás al baño cuando quiera.

Si puedes, permítele que de vez en cuando circule por la casa sin pañales y mantén su orinal a la mano. Cuanto más tiempo lo dejes sin pañal, más rápido aprenderá, aunque tú tendrás que estar dispuesta a limpiar algunos charquitos.

Dile que puede usar su orinal cuando quiera, y de vez en cuando recuérdale que está ahí para cuando lo necesite.

A veces los niños no permanecen sentados el tiempo suficiente para lograr relajarse y hacer del baño.

Calmadamente, procura motivarlo a que se quede sentado por al menos un minuto. Te será más fácil lograrlo si le haces compañía, hablándole o leyéndole un libro.

Elogia a tu niño cada vez que use correctamente el orinal. Así empezará a darse cuenta de que es un logro. Pero a la vez que es importante halagarlo, procura no exagerar, y evita transformar cada ida al baño en un gran acontecimiento, de lo contrario tu niño empezará a ponerse nervioso o avergonzarse ante tanta atención.

Mira cómo ayudar a tu hijo a ser independiente.

8. Compra ropa interior de entrenamiento

Puede que te sirva de ayuda la ropa interior infantil con una protección extra absorbente, o pañales desechables que se suben y bajan como la ropa interior, ya que permiten que tu hijo se los quite y se los ponga él solito.

Aunque los calzoncitos entrenadores de tela son menos convenientes que los desechables, a algunos padres les gustan porque el niño puede sentir de veras cuando hace pipí o popó. Sea cual sea la opción que elijas, introdúcela gradualmente, unas horas cada día, y sigue poniéndole pañales normales por las noches.

Cuando tu hijo empiece a usar el orinal de forma consistente, puedes pasar a la ropa interior normal. A algunos niños les motiva mucho usar calzones con sus personajes favoritos.

¿Los niños que usan pañales de tela, los dejan más rápido? Mira lo que dice un experto.


9. Acepta sus “accidentes” con buen humor
 

No hay niño que domine completamente el arte de ir al baño solito sin antes tener una serie de pequeños "accidentes". Cuando esto ocurra, no debes enojarte con tu niño ni castigarlo; recuerda que hasta hace muy poquito tiempo tu hijito aún no había desarrollado completamente sus músculos, y por lo tanto no tenía el control necesario para lograr contener la orina o las deposiciones.

Reduce las probabilidades de accidentes vistiendo a tu hijo con ropa que es fácil y rápida de quitar. Cuando pasen los accidentes, se positiva y amorosa y limpia sin regañarlo mientras le recuerdas que hay que usar el bañito.

10. Comienza el entrenamiento nocturno

Aunque tu hijo se mantenga limpio y seco durante todo el día, puede que pasen varios meses, o incluso años, hasta que logre controlar sus necesidades durante la noche, o sea que aún no te deshagas de sus pañales.

A esta edad, su organismo no ha madurado lo suficiente para lograr despertarlo siempre que necesite hacer pipí. De hecho, es completamente normal que un niño moje la cama ocasionalmente incluso en los primeros años escolares.

Para ayudarle a mantenerse sequito, no le permitas beber demasiado líquido antes de acostarse y recuérdale que si se despierta en el medio de la noche, te puede llamar para que le ayudes a ir al baño. Otra cosa que puedes hacer es colocar su orinal al lado de la cama por si quiere usarlo.

Cuando empieces con el entrenamiento nocturno, cubre el colchón con un plástico o una protección impermeable por debajo de la sábana, y acuesta a tu hijo sin pañales. Si pasa la noche seco, en la mañana que la primera actividad sea acompañarlo al orinal.

Recuerda que muchos niños no están listos para dejar el pañal de la noche hasta que están en edad escolar. Si tu pequeño no parece aprender cómo aguantar la noche sequito, vuelve a ponerle pañales por las noches e intenta quitárselos otra vez al cabo de unos meses.

11. Celébralo, ¡lo has conseguido!
 

Cuando tu niño esté listo para aprender esta nueva habilidad, lo hará con éxito. Y si en lugar de tratar de apresurarlo esperas a que verdaderamente esté preparado, todo el proceso será mucho más fácil y menos latoso, tanto para ti como para tu hijito.

Tarde o temprano, tu niño aprenderá a ir al baño como los adultos, y tú no tendrás que volver a pensar en este asunto… al menos hasta la llegada del próximo bebé.

Fuente: http://espanol.babycenter.com/a2600301/ense%C3%B1a-a-tu-ni%C3%B1o-o-ni%C3%B1a-a-ir-al-ba%C3%B1o-en-11-pasos#ixzz3JcqdGLTw


lunes, 17 de noviembre de 2014

El verano con tu bebé: cuidados extra contra el calor


El verano con tu bebé

Los bebés son mucho más sensibles al sol, a las altas temperaturas, a los cambios de rutina familiares durante las vacaciones y a las corrientes de aire, entre otras cosas. Protegerle del calor, mantenerle fresco e hidratado, y alejarle del sol directo son algunas de las principales recomendaciones para disfrutar de un verano sin riesgos con tu bebé.

Una habitación fresca para tu bebé

Cuando hace mucho calor, el aire acondicionado es la solución para soportarlo en muchos hogares. Sin embargo, cuando tenemos un bebé es importante tomar una serie de precauciones para evitar exponerle al chorro de aire de forma directa, que es lo que nunca debemos hacer. Por tanto, conviene poner el aire acondicionado unos minutos antes, para refrescar la habitación, antes de llevar al bebé y apagarlo o subir un poco la temperatura del termostato cuando el bebé esté allí.
La temperatura de la habitación girar en torno a los 22 ºC. Ten en cuenta que los bebés son muy sensibles a las variaciones térmicas. Para mantener la temperatura de la habitación lo más fresca posible durante el día, conviene abrir las ventanas a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde y ventilar durante al menos 15 minutos. Evita que tu hijo esté situado en la zona de corriente mientras tienes las ventanas abiertas. Después, baja un poco la persiana durante las horas que más calienta el sol para mantener el frescor durante más tiempo.

La temperatura de los bebés y su sistema de termorregulación

Los bebés tienen la misma sensación térmica que los adultos, excepto los recién nacidos, con menos de dos o tres semanas, que aún no regulan bien la temperatura corporal. Los niños sienten más o menos el mismo calor que los adultos y cuando el termómetro sube demasiado, para evitar quesude y que su piel sufra irritaciones y sarpullidos fruto de la sudamina, conviene refrescarle con una esponjita húmeda y, una vez seco, dejarle un rato desnudo en un lugar libre de corrientes de aire. Para dormir, es suficiente vestirle con un body de algodón y arroparle con una sábana. Si su habitación recibe el sol directo por la tarde y a la hora de dormir el ambiente es demasiado sofocante, puedes cambiar su cuna de sitio y llevarla a otra habitación más fresca.

El calor del verano y el bebé al aire libre

Para sacar al bebé de paseo en los días calurosos del verano, conviene hacerlo a primera hora de la mañana o bien a última de la tarde cuando los rayos solares son más tenues y la sensación térmica menos sofocante y más agradable. Evita usar las mochilas portabebés porque el pequeño viaja demasiado pegado al cuerpo de sus padres y éste suele desprender demasiado calor cuando se camina a paso ligero y además, el bebé lleva su tronco completamente cubierto por la tela de la mochila, que también aumenta la sensación de calor.
Por tanto, para días calurosos, elige el cochecito o la sillita para pasear con tu bebé y despliega el toldo o la sombrilla de la sillita para evitar que los rayos del sol quemen su delicada piel. En la silla, tu bebé se encontrará más fresco y libre que en la mochila portabebés. Y no te olvides de las lociones o los aerosoles para ahuyentar a los insectos durante vuestro paseo o excursiones. Es importante que te lo recomiende el pediatra para que sea compatible con la piel de tu bebé y evita aplicárselo en las manos y en los pies porque podría chupárselos.
Otra opción es vestirle con pantalón y manga larga de colores claros y tejidos transpirables que son algo más ligeros y cubren todo el cuerpo para protegerlo de las picaduras. En casa, una mosquitera adaptable a la cuna o el uso de insecticidas eléctricos te pueden ayudar a mantener a raya a los insectos lejos de tu bebé.
Marisol Nuevo.

10 formas de capturar el primer año del bebé









martes, 11 de noviembre de 2014

¿Qué es lo más importante al momento de comprar una silla para comer?

Entre los 6 y los 8 meses tu bebé empieza a sentarse y vos tenes que agilizar la búsqueda para comprar bien. En esta nota te contamos qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir la silla para comer. 

Ante todo, seguridad. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el bebé esté seguro y en este aspecto cuenta que la silla tenga un arnés o cinturón de seguridad, preferentemente en forma de T (que cruce por la cadera y las piernitas). El pequeño debe estar firme, para que no se resbale ni se deslice fuera de la misma. 

Además, la estructura debe ser firme y liviana. Las patas de la silla deben separarse bien entre sí, para darle mayor estabilidad. Deben estar reforzadas con dos travesaños y con tapitas antideslizantes en los puntos de apoyo. La silla no debe tener bordes filosos que sobresalgan, o accesorios que cuelguen, especialmente aquellos objetos pequeños que pueda llevarse a la boca. 

Lavable y portable. No es ningún secreto que a los bebés les gusta experimentar con las texturas. Traducido: les gusta agarrar la comida con la mano y se ensucian mucho cuando comen; entonces, la silla debe ser de un material que pueda lavarse o limpiarse fácilmente. Además, tené en cuenta que si tiene un cobertor desmontable esto es mucho mejor porque cuando el bebé crece, podés acercarlo a la mesa sin ese compartimiento. 

Si en tu casa no tenés mucho espacio, elegí las sillas que pueden plegarse. De esta manera, ocuparás menos lugar fuera del horario de las comidas. 

Prestá atención 
» Plegables o fijas. Las primeras son muy útiles porque permiten guardarlas en un rincón y se pueden transportar fácilmente. 
» Respaldo reclinable. Permite que el bebé adopte una posición más cómoda. 
» Regulables. Lo ideal es que tenga varias posiciones de altura. Así podrás utilizarla posteriormente como una silla. 
» Asiento amplio y cómodo. Para poder aprovecharlas hasta que el niño tenga tres o cuatro años. 

En Rómoli tenemos variados modelos y precios que se ajustan a tus gustos y posibilidades http://www.romolibebe.com.ar/sillas-para-comer_qO4XtOcxSM

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Pautas para elegir la silla de auto de tu bebé

Cada año, muchos niños salvan la vida porque en el momento del accidente, viajaban en su silla de seguridad. El uso generalizado de estos asientos ha convertido al pasajero más vulnerable en el mejor protegido. 

Para los desplazamientos por carretera, la ley obliga a que todos los niños viajen en una silla de seguridad homologada hasta que miden 135 cm. Toda silla de seguridad homologada es hipotéticamente segura. Sin embargo, que cumpla su función en las mejores condiciones depende también de una instalación en el vehículo y un uso correcto. Cuando vayas a elegir la de tu bebé, conviene que consideres estos aspectos: 

La homologación. Comprueba que la silla lleve en la parte trasera una etiqueta naranja con su categoría, grupo y número de identificación de la homologación. 

El tamaño justo. La silla ha de adaptarse al tamaño del bebé, por eso siempre diferenciamos los tipos de silla según el tamaño del pequeño, y no de su edad. Para los recién nacidos, se debe utilizar un reductor. La cabeza de tu pequeño debe estar apoyada en un cabezal y laterales acolchados. Las sillas multigrupo deben regularse en altura y ancho.

La sujeción. Elimina cualquier holgura en el arnés o el cinturón, tensándolo adecuadamente y elimina cualquier objeto que pueda desprenderse y dañar al niño si se produce un choque. 

La fijación. La silla debe quedar firmemente sujeta al asiento del coche y resistir cualquier movimiento lateral o frontal. Sigue escrupulosamente las instrucciones del manual y, si tienes dudas, pregunta al vendedor para que resuelva tus dudas.

No dejes de consultar las butacas y boosters que Tienda Rómoli te ofrece para la mejor protección de tu bebé.
http://www.romolibebe.com.ar/butacas-para-auto_qO5XtOcxSM

lunes, 3 de noviembre de 2014

10 consejos para madres modernas

Ser madre no es tarea fácil menos con los nuevos niños, más independientes y activos que antes, acá te damos 10 tips para ser una súper-mamá moderna con tiempo para ti y tu pareja.


1. El que mucho abarca poco aprieta


Si te pones a hacer varias cosas al mismo tiempo, terminarás haciéndolas todas a medias. Así que olvídalo y dedícate de a una. Es decir, si tienes que terminar una presentación o un papeleo en el trabajo, termínalo y luego llama a casa para saber de los niños. Sino gastarás el doble de energía en tratar de retomar la tarea dejada a medias y estarás desconcentrada en la segunda.

2. Tiempo para ti


Ya sea después de todas las obligaciones o al mediodía, pero siempre reserva al menos media hora sólo para ti, en la que no le sirvas a nadie y en la que puedas dedicarte a hacer lo que te gusta, te relaja o al menos te descansa.


3. Un plan romántico


Cada dos semanas sal con tu pareja en plan romántico. Ese día deben salir solos y dedicarse a hablar de ustedes, de lo que les pasa, de lo que viven. Dejar el tema hijos para otra oportunidad.

3. Música tranquilizadora

Cuando vayas manejando, sobre todo, escucha música tranquilizadora, que no te acelere, sino que te ayude a tomar las cosas con más calma. Además, si vas con los niños, esa música los tranquilizará a ellos también.

4. No te vuelvas loca limpiando

Si llegas a casa y resulta no estar tan limpia y ordenada como solía estarlo, pues olvídalo. Es irrelevante. No te vuelvas loca limpiando, mejor déjalo para cuando tengas más energía y aprovecha la que te queda en disfrutarla con tus hijos. Es mucho más gratificante.

6. Sal con tus amigas

Sal de vez en cuando con tus amigas y diviértete de lo lindo. Verás lo terapéutico que resulta una conversación con las amigas.

7. Hijos modernos

Una madre moderna necesita hijos modernos y esto es: que cada uno haga su cama, que ayuden con los quehaceres domésticos y que sean responsables en sus tareas escolares. Explícale que esto te ayudaría a estar más tiempo con ellos jugando en vez de estar persiguiéndolos porque no hicieron los deberes.

8. Conoce una familia

El saber cómo son tus hijos, lo que les gusta, sienten y viven, te ayudará a tener mayor cercanía con ellos y ser mejor madre.

9. No eres perfecta

Debes saber en qué flaqueas, pero no obsesionarte con ser perfecta. Basta con que trates de mejorar y ser más humana. Esto es, dejar atrás las culpas, esas que la mayoría de las mujeres tienen una vez que salen a trabajar.

10. Habla con tu familia

Visita a tu familia, mamá, hermanos, tíos, habla con ellos de tus cosas, siempre tendrán un buen consejo para ti.


Fuente: http://www.terra.com/mujer/articulo/html/hof77523.htm